NEVER AS YOUNG AS TONIGHT


As Rant Casey once said, the future you have today is not the same you'll have tomorrow. So, for whatever tomorrow inspires me to write, I'll live today.

Here's
just an outlet of somesort where my keyboard can open up the world I see, for those who care to adventure in it.

An ongoing bilingual portfolio of somesort, seeking for guidance suggestions as well as publishing and publicity.


5/4/10

Casa de Terror




Subo los peldaños de granito tallado hasta el portico ensombrecido. Detras de las astillas de los agujeros de la puerta descolorida se dislumbra el negro azabache del interior. Abro la puerta. No hay nadie. Los cristales de las bombillas desfragmentadas permanecen incrustadas en la cera derretida empalmada en la superficie del escritoirio de tres patas. La pila de libros que lo sostiene es una coleccion completa de novelistas del siglo XX de la A a la Z.
Una rafaga de viento sopla por el marco de la ventana sin ventana, arrancando legiones de variadas particulas de polvo de las paredes de piedra desgastada y del suelo olvidado. El aire remueve la casa como un suspiro de un organo sin aliento.

En la habitacion principal solo se aloja una cama doble, polvorienta y a sus pies un sillon. Ambos tapados con sabanas blancas. Un sillon desde donde antes un chico podia apreciar la silueta de su mujer que se estiraba bajo el marco de la puerta, luciendo un vestido negro de saten. Incluso el cabecero de la cama habia olvidado las ritmicas canciones que tocaban aquellos dos, entre las sabanas. Las noches en las que ambos dejaban las ventanas abiertas para escuchar los truenos de la tormenta mientras se acurrucaban bajo el edredon. Haciendo el amor bajo la brisa.

A la derecha la cocina. Los azulejos desgastados ya no recuerdan las manos menudas que amasaban las masas de pizza con su padre sobre ellas. Sintiendo la harina pegada entre los dedos. Sonriendo cuando sonaba el timbre del horno. Llorando cuando aquel padre se fue. No recuerda las lagrimas.

Salgo por la puerta que da al porche de atras, escuchando los chillidos atormentados de las visagras. El jardin ya no recuerda las formas de las nubes que un chico y una chica trataban de divisar, una tarde de un verano que parecia durar para siempre. De camino a la salida, miro hacia el escritorio de la esquina. Las plumas que no recuerdan las ultimas palabras que escribi. Las palabras que ya no recuerda nadie.

Recorro el pasillo habitado por cuadros sin rostro, recuerdos desvanecidos. Cierro la puerta y miro hacia atras. Ya nada queda. Ni siquiera mi recuerdo. El cartel de se vende sigue en la hierba, pero el valor de mi vida no figura en el precio

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