NEVER AS YOUNG AS TONIGHT


As Rant Casey once said, the future you have today is not the same you'll have tomorrow. So, for whatever tomorrow inspires me to write, I'll live today.

Here's
just an outlet of somesort where my keyboard can open up the world I see, for those who care to adventure in it.

An ongoing bilingual portfolio of somesort, seeking for guidance suggestions as well as publishing and publicity.


8/2/10

Living off the memories




Apretaba mis párpados con fuerza, mientras mis dedos se resbalaban por su piel aterciopelada. Desde sus caderas rítmicas, por su abdomen contraído, hasta sus carnosos pechos. Me muerdo el labio inferior. Sus pezones calidos me rasguñaban juguetonamente las palmas de mis manos. Una ligera descarga eléctrica de placer recorre mi cuerpo. Su pelo bailaba con cada golpe de cadera, como un látigo dorado que azota el aire. El aire se vuelve más denso. Cada músculo de mi cuerpo se tensa mientras hunde sus uñas en mi pecho y echa la cabeza hacia atrás. Abro los ojos. El mundo de los sueños se desvela como una placida cortina. Sudoroso por el sueño erótico, sudoroso por la realidad. En mi pecho sus uñas, pero sus caderas estan aun muy lejos. Las sabanas estan atrapadas entre sus dientes a la altura de mi cadera y me mira fijamente a los ojos. Completamente desnuda, se acerca caminando con las rodillas y me acaricia el cuello con un dedo, echandome la cabeza hacia un lado. Mis ojos se centran sobre el campo galico de hierba sin cortar, que hay al otro lado del alfeizar. Hundo sus pequeños incisivos en mi cuello suavemente, mientras acerca su cadera hacia la mia. Siento como la brisa que entra por la ventana refresca la humedad que hay entre nuestras piernas. Mi cabeza sigue mirando a traves del alfeizar. La alta hierba se ha convertido en paraiso. Espigas del Eliseo.

***

Las cenizas del cigarrillo que sostengo entre los dedos, cae sobre la moqueta, formando una pequeña duna gris. Estoy sentado en el sillon de color carmin, mirando el fuego de la chimenea. En la otra mano, mantengo el auricular del telefono apoyado sobre el oido.
Solo escucho ruido estatico. Como un mar distorsionado. Cuelgo el telefono, sin desviar la mirada. El telefono suena de nuevo. Mi mano, sigue el recorido habitual y vuelve sadicamente el auricular contra mi oido. Una estacion de radio escuchada desde el coche bajo un tunel. Senti un pinchazo en las puntas de los dedos en la mano contraria a la del telefono. Levante la mano bruscamente, lanzando la colilla del cigarrillo al fuego , golpeando, mi vaso de coñac y el marco de una foto. Cristales rotos. El olor a a alcohol fermentado emanaba de la duna de cenizas, sobre la que yacia una foto bocabajo. Deje el telefono descolgado sobre la mesa y la recogi sin descruzar las piernas. Saque la foto de papel de entre los añicos del marco y barri la ceniza con el reves de la mano. Era la imagen de una mujer de pelo largo. A su sonrisa la envolvian petalos de cerezo que revoloteaban entorno a ella, tirada sobre un campo de hierba alta frente a una casa de piedra. Pase los dedos sobre el dibujo impreso con petroleo de su rostro. Deje la fotografia sobre la mesa y colgue el auricular. Apoye mis brazos a cada lado del sillon y me impulse fuertemente hacia arriba. Suspendiendome a una altura considerable. Agarre la silla que habia al lado del sillon y la arrastre con un brazo frente a mi. De un gesto lanze mi torso sobre la otra sillas y mis piernas siguieron sumisamente. El impulso hizo que la silla descarriase frente al fuego, debido a dos ruedas enormes que habia a cada lado de la silla. Eche el freno y me conduje hasta la botella de coñac, que habia sobre encimera de la cocina, a unos metros detras del sillon. El telefono volvio a sonar. Un borboton de alcohol que salia de la botella, por cada timbre del telefono. El vaso desbordado. Un charco de coñac sobre la encimera. Dejo de sonar y deje la botella en su sitio. Tosi un par de veces, con una voz ronca, despavorida. Y por un segundo trate de imaginar su voz, como era entonces. Antes de que ocurriera todo. El telefono volvio a sonar. Sotuve el vaso lleno de coñac a la altura de mis labios. Mi mano temblando con cada timbre, despilfarrando chorros de liquido ambar sobre mi regazo, mientras una unica lagrima corria cascada abajo para unirse a ello. Un vano intento de evitar coger el telefono.

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