Ever more

Me preguntan si echo de menos jugar al futbol en el parque con mis amigos, si echo en falta quedar para ir al cine un viernes por la tarde, o ir a la piscina cada martes y jueves a las siete y media. No echo de menos hacer aquellas cosas sino el tiempo en que los hice.
Echo de menos creer que el verano era uasi infinito. Saber que lo era y tirarme sobre la hierba mientras el sol me quemaba la cara, pasando las horas a la sombra leyendo un libro con los cascos puestos.
Horas interminables jugando a las cartas un puente en casa de tu mejor amigo, o los madrugones de aire helado en las que despertabas antes que tus padres para ir a un partido.
Aquellas noches en las que infirngias las reglas y te arrinconabas contra la pared, bajo una manta y una lampara devorando capitulo tras capitulo hasta que tus ojos quemaban de no parpadear.

Poco a poco dejamos que nuestra imaginacion se nos escapa de las manos, y ya no tememos a los montruos que se esconden en la oscuridad cuando nos levantamos en mitad de la noche en busca del baño.
Dejamos de apreciar el despertarnos cada mañana con los pantalones secos habiendo aguantado llegar al dia siguiente sin usar el retrete.
Ya no existiran las mariposas que nos enviolentaban cuando nos miraba una chica. Nunca mas nos volverana a arder las mejillas cuando nos preguntan si nos masturbamos, solo cuando se nos desvelen publicamente secretos que nos han llevado tantos años esconder tras muros y muros de guaridas emocionales que pueden ser destrozados con la mera mirada de una sola persona en este universo.

Solo una persona que nos pueda devolver a nuestra olvidada infancia, nuestra mezquina inocencia de perversiones no tan perversas. Pero a veces tardarmos en deleitarnos de esa prodigiosa reminiscencia. Solo espero poder acordarme antes de que el olvido se convierta en un agujero negro del que los recuerdos no regresan, nunca jamas.