Mi abuela solia llamarme Señorito
Guardalotodo. No podia tirar cosas. Solia creer que eran lo que de
verdad importaban. Solo las cosas son la unica prueba de que, con el
tiempo, existio algo realmente entre personas. Pero con el tiempo, me
acostumbre al mote de mi abuela, y a que la gente pensara que era
superficial. Decian que me enamoraba de todo aquel y aquello que me
importase lo mas minimo, y que por ello nunca me importaba nadie en
verdad. Coleccionaba fotos, me encantaban, especialmente las fotos de
nada en concreto, de un zapato, alguna foto desenfocada, diapositivas
en las que solo salia un brazo, o el pelo de alguien...Era como ver
las huellas del pasado, sin saber de a quien pertenecian.
Tenia docenas de estanterias, rebosando
de cajas donde las guardaba, con cartas de amor, regalos, alguna
pluma de algun pajaro que encontre cuando tenia 4 años con la que
trataba de rasguñar mi nombre en papel hundiendola en tinta de
boligrafo, o alguna rama con forma de L la cual era mi revolver
cuando era un temible vaquero del oeste...Cajas y mas cajas,
ordenadas y etiquetadas, mirando hacia la pared. Cualquiera que lo
viera desde fuera pensaria que eran iguales, los mismos recuerdos,
hasta que se atreviera a abrir alguna de ellas.
Durante tiempo, fue mi obsesion. Las
cosas eran para mi lo que daban vida a los sentimientos y me hacian
creer con mas fuerza en que lo que hubo, existio de verdad. En una de
las cajas, la que guardaba mas cercano a mi escritorio, escondido
bajo la mesa para que nadie la encuentre nadie nunca, guardo una
pequeña caja. Por fuera parece una antigualla, sin decoraciones,
lisa, solo un candado chiquitito. Pero por dentro, la caja esta
forrada de un mapa cartografico de los años 20, de esas que estan
llenas de lineas de un lado a otro del globo, señalando los puntos
cardinales del mundo. Me la regalo mi madre cuando cumpli los 7 años.
Dijo que guardase ahi, todo lo que tuviera veradero valor para mi, y
que la abriera dentro de 20 años. Seria lo mas cercano que podria
estar de viajar en el tiempo. Asi que, como no habia llegado a mi
epoca rebelde, le hice caso, y guarde todo lo que para mi era mas
importante en el mundo. La caja no conseguia cerrarse. Asi que tuve
que ser muy selectivo.
Guarde una foto de mi abuela, los 98
tickets que gane jugando a los recreativos con Gabriel, mi amigo de
la infancia, una pluma de oca que se le perdio al osito verde de
peluche (de un solo ojo) que me regalo mi abuelo. Tambien, meti tres
ositos ninja que en ese momento era lo mas cercano a lo que habia
llegado a completar una colección de lo que fuera (en total eran 7
ositos ninja). Guarde una foto firmada de mi mejor amigo y yo de
cuando estabamos en preescolar (hemos pasado media vida juntos) justo
antes de que me mudara, y trate de meter la bola de baisbol que habia
atrapado desde las gradas, pero en la caja de los recuerdos solo
cabian cosas pequeñas y eso me entristecia. No habia sitio para las
cosas grandes. Que pasa si habia alguna cosa grande, se iba a quedar
sin poder viajar en el tiempo conmigo. La idea me entristecia y trate
de pensar que las cosas pequeñas eran lo que realmente importan,
pero habia tantas cosas grandes que no cabian y queria meter. El
tigre blanco con el que dormia todas las noches porque sabia que
estaba en peligro de extincion, aunque fuera de plastico duro y
cuando me movia me rasguñaba cual tigre de verdad, por ejemplo, no
cabia en la caja.
Pude seleccionar con cuidado. Pero con
los años, fui acumulando mas cosas que queria guardar en mi pequeña
capsula del tiempo. Sacrifique la colección de ositos ninjas, por
guardar una foto de mi primera novia y un mensaje amoroso que me
habia escrito en un tira de chicle enrollado de metro y medio de
largo. Me parecio muy original. Trate de meter a la fuerza el mechon
de pelo que intercambié con mi amor de campamento. Y con cada pequeña cosa
que sacaba para meter alguna nueva, no podia evitar pensar en todas
las cosas que no tuvieron su hueco en esa capsula del tiempo, pero
sin embargo aun tenian su hueco en mi corazon. Todas aquellas
personas que habia olvidado y pero que de alguna manera aun formaban parte de mi.
Miré la caja, en silencio. Habia cosas que no cabian en la caja y llevaban conmigo mas de dos décadas. Sonrei, levemente al recordar el pequeño mote de mi abuela y algo que siempre decia:
“En verdad, solo es un juego al que
jugamos, engañandonos a nosotros mismos. La juego consiste en que las cosas son capsulas en tiempo en si mismas, en las que guardan nuestros recuerdos. Hablan sobre
relaciones, momentos, descubrimientos y primeras veces... Y al final, tienes que dejarlos ir, porque en verdad,
siguen siendo solo cosas. Igual que yo, en algun momento me tendrás que dejar ir.”
Ella siempre decia que antes o despues caemos en la cuenta en que no son ninguna prueba de lo que existio o existe, son solo un recordatorio de lo que sentimos. Un recuerdo constante de lo que hay o hubo. La huella de nuestra existencia. El sentimiento lo llevamos nosotros,y todos con los que compartimos nuestra vida. Perder las cosas es solo otra forma mas de recordar. Sigue siendo parte del juego. Al fin y al cabo, no perdemos el sentimiento por mucho que las perdamos de vista. Pueden durar mas o menos tiempo, pero hay sentimientos que duran toda la vida.
Ella siempre decia que antes o despues caemos en la cuenta en que no son ninguna prueba de lo que existio o existe, son solo un recordatorio de lo que sentimos. Un recuerdo constante de lo que hay o hubo. La huella de nuestra existencia. El sentimiento lo llevamos nosotros,y todos con los que compartimos nuestra vida. Perder las cosas es solo otra forma mas de recordar. Sigue siendo parte del juego. Al fin y al cabo, no perdemos el sentimiento por mucho que las perdamos de vista. Pueden durar mas o menos tiempo, pero hay sentimientos que duran toda la vida.
1 comentario:
Precioso✨
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