Los isleños
sufrimos mucho de lo que viene a denominarse, aislamiento isleño.
La gente de las
islas vivimos anclados a la linea del horizonte. Una sensación
constante de infinitud y al mismo tiempo de encierro. Y nos
aferramos a aquello que amamos porque siempre sentimos que lo vamos
a perder, que nunca podremos salir de esos sitios, aun cuando estamos
fuera. “Vivir con la circunstancia de tener el agua por todas
partes”, limitándonos, forzándonos a sentirnos prisioneros y
loables. Por eso, muchos huimos de esos ambientes, pero algo de eso
queda en nosotros, esa necesidad de aferrarse a las cosas. Sin
embargo, las islas tiran mucho. Ese rincón alejado del mundo. Esa
sensación de estar en un lugar seguro.
Somos gente
alegre pero también melancolica. Cada dia vemos el sol salir y
ponerse. Y al ponerse el sol, sentimos esa tristeza de que un dia mas
haya terminado. Nos afecta mucho ver como se derrama la luz del sol
sobre las aguas, como gotas de sangre en un rio. Las noches son mas
brillantes aun. Y nos sentimos mas pequeños ante la intensidad con
la que brilla la naturaleza.
Todos hemos
pasado por esa lucha contra nosotros mismo. Por expandirnos y
abrirnos al mundo y aceptar la diversidad del mundo en que vivimos.
Es difícil nacer en un microcosmos y descubrir que hay un mundo
incluso mas grande al que estabas acostumbrado a ver.
Con el tiempo,
viajando, descubriendo mas mundo vamos entendiendo que cada uno en si
mismo, somos islas.
El acto de
descubrirse se asemeja a la muerte. Ese momento de enfrentacion en
el que nos negamos a nosotros mismos. Pasando primero por la
negación, luego la resignación y después por la aceptación.
Parte de nosotros muere, para que podamos aceptar quienes somos. Los
momentos mas importantes de mi vida han sido en los que me he
enfrentado a mi mismo, no a los demás.
Lo mas interesante, es que en
algunos de esos momentos de crisis he caído en la enfermedad. Es
curioso como nuestro cuerpo puede llegar a manifestar las crisis de
nuestra psyche.
A nosotros los
isleños sufrimos mucho de esa amargura a causa del mundo. Pero, somos
muchos los que entramos en conflicto con nosotros mismos.
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