Esta noche te recuerda, y no me deja olvidar. Los recuerdos continúan presentándose, haciendo que me dé cuenta del horrifico hecho de que estoy superado en numero, y no tengo ninguna oportunidad.
Me someto al impetuoso viento del universo fatalista que acomete contra my corazón, mientras los recuerdos me inundan, sumergiéndome en un mar de amor, que una vez llame hogar, pero me veía obligado a rescatarme cuando las olas de una felicidad pasada comenzaron a ahogarme.
Iba a darme por vencido. No, no lo iba a hacer. Desearía ser lo suficientemente débil. Solo quería que el dolor cediera. Y lo hizo. Después de tres meses. Después de tres meses llorándome hasta dormir. Convenciéndome cada noche de que esto era el final. Tres meses de dolor, que no era posible empeorar, aunque sin embargo siempre lo lograba. Tres meses de pensar que te había superado, seguido de una vida sabiéndolo. Excepto esta
noche. Esta noche te recuerda a ti.
Esta noche todas las estrellas del cielo encuentran su posición exacta durante la noche en que te dije que quería pasar el resto de mi vida contigo.
Abro los ojos para encontrar el cielo explotando vivamente con colores patrióticos. Es el cuatro de Julio y observamos los fuegos ratifícales, relajados en un valle frondoso. Es difícil contemplar tan magnifico escenario cuando al idiota de tu novio se le ha olvidado traer una manta, y la temperatura esta bajando. Pero nos la apañamos.
Antes de que pueda decirte que quiero pasar el resto de mi vida contigo, abro los ojos y me encuentro en un taxi. Estas sentado a mi izquierda al lado de tu madre. Aquí es donde compartimos el beso perfecto, en el asiento de atrás de un taxi en Nueva York. Tenias la cabeza apoyada sobre mi hombro y la levantaste suavemente para besarme, como sueles hacer…solías hacer.
Antes de que la electricidad pueda saltar de nuestros corazones, recorrer nuestras medulas, cruzando nuestros labios y nublar nuestra mente; abro los ojos para encontrarnos acurrucados en un sofá. Estamos en casa del General. El VHS del casting original de ‘Cats’ esta en la tele, y los dos estamos desnudos. Completamente desnudos. Recuerdos. Me acerco a besar tu hombro. Antes de que pueda saborear la piel mas dulce que jamás he probado, abro los ojos, para encontrarte tarareando ‘Alguien a quien contemplar’ sobre mi.
Es la recepción nupcial de tus padres y mi decimoséptimo cumpleaños. Voy con un esmoquin rosa, que mi padre llevo en su boda, mientras que tu vistes un fino vestido color salmón con el brazal de dama de honor, y ya esta. No puedo apartar la vista de ti. No pude en toda la ceremonia. Tampoco pudo decirme, el General que no me di cuenta cuando intentó sonreírme durante la ceremonia, porque abro los ojos.
Me encuentro en mi cama, agarrando mi móvil, con lágrimas derramándose sobre mis mejillas como lluvia torrencial sobre una hoja. Te pido otra oportunidad, aunque no tengo ni idea de lo que paso con la primera. Antes de que te pongas a llorar por una vieja canción italiana que comienzo a cantar. Abro los ojos, para encontrarme llorando sobre el hombro de un amigo, durante la fiesta de inicio de curso. Antes de que pueda preguntar ’por qué’, abro los ojos y encuentro que no puedo moverme.
Estoy en el colegio durante el baile de graduación, de pie, justo delante de una escocesa y estoy completamente paralizado.
Y antes de que pueda abrir la boca, abro los ojos, para encontrarme en un club nocturno en Los Ángeles. Estoy en el suelo, arrodillado sobre una mesa a la altura de mis rodillas escribiendo recuerdos en páginas en blanco de una revista que se publicaría esa noche. La música penetra el aire mientras la gente grita a pleno pulmón y las cámaras destellan.
Y antes de que pueda preguntarme ’¿qué demonios estoy haciendo?’…abro los ojos.
The wind whistled through the midnight air as the weeping willows swayed back and forth dancing to the song of the winter breeze.
A small boy walked passed the tress and up the coble stone steps that led to the long passage way. He seemed sure of where he was going, although the place itself was greatly bizarre.
Marble pillars, sustaining nothing at all, enhanced the road that followed the entrance.
The wind billowed through the surrounding flora, winding in and out of the columns beside the road, brushing the young boy’s as he strolled along.
On the next rush of chilled air came a crow that came to perch himself upon the child’s shoulder. A slight smile ripped across his lips, as his fixed eyes twinkled under the moonlight. He came to a halt half way through never-ending hallway.
He faced his right. In front, there was a pillar with a number engraved into the stone. Number twenty four, shone above the limestone capital, in roman numerals.
The boy retrieved from within his pocket a silver disc, and offered it to the crow. At this, the leather vested bird shifted in place, as his tail went stiff, adopting the dented shape of a key.
The boy made use of the newly obtained object to open the door to reveal wrapped in darkness…a slide. The sleek black bird awoke from its transfixed state and regained its original form, taking flight in the instant. ‘Thank you’ whispered the boy as it disappeared into the shadow of the moon.
The boy stepped inside the empty space and took a seat on the slide. He breathed deeply, awaiting seriously. It was the same, just like every year. Routine, I guess you could call it, but it was his purpose in life, and he knew it too.
A clock tower, in the darkness, struck midnight, ricocheting the chime of the bells off the pillars and into the sky. A wide smile was sketched across his face. Year after year he took he sat on this slide awaiting midnight.
Routine, nevertheless but he enjoyed every moment of it. He existed for this moment. Without him, joy would be absent from the world, for he was the Christmas spirit.
Tonight he would take a short journey to visit the Earth plane, and pass among us mortals in order to enlighten us. For tonight it was Christmas
