Nunca supe sobre la ceguera de la obsesión, hasta que decidí obsesionarme;
Nunca supe del peso del ancla del aferro, hasta que me até a ella;
Jamás entendí el poder del dolor, hasta que me forzó a ver aquello que no quería;
Nunca experimenté el amor incondicional, hasta que amé sin condiciones a pesar de todo;
No acepté la soledad hasta que me sentí completamente solo;
No decidí por amarla, hasta que fue lo último que me quedó por amar; a mí mismo. Y encontré un aliado, un competidor, un guía y un amigo. Aprendí lo inquebrantable que es en realidad. Conté las veces que; recibiendo golpes y pisotones, se levantó fuerte y orgulloso a seguir abrazando con amor.
Conocí la persistencia y la distinguí de la necedad;
Experimenté los efectos de la imprudencia y el valor de la honestidad;
Aprecié en verdad lo que es un amigo, y quizá perdí algunos por momentos... me conocí en realidad.
Destruí toda imagen que tenía de mí mismo, me quedé sin nada, con mi presente y el más nublado e incierto futuro;
Dudé mil veces de mí, e insistí en tener la razón;
Empujé mi corazón al máximo, y mis piernas;
Derramé lágrimas de más y aguanté otras;
Manché mi nombre y lo empapé.
Hice dudar a tantos de mí; pedí confianza con indiferencia y me la dieron con desinterés. Me dejaron solo también.
Y en esa soledad, todo apareció muy claro. Sin tener que mentirme ante los ojos de nadie. Sin tener que hablar, ni aparentar. Sólo tenía que Ser, así; sólo así, a ojos de quien quisiera mirar y reconocer, sin depender de que ello sucediera.
Me decidí ya por ser; Yo, como se me dé la gana actuar ese yo en el momento. Si un día no me reconocen, y al siguiente tampoco, y al siguiente tampoco, no estarán buscando lo adecuado, o será que jamás me conocieron.
-By D.F at elsembradiodecristal.blogspot.com