Tove era uno de los compañeros mas grandes de la tripulación y llevaba desde que salimos de Rork, en silencio. La mayoría viajamos en silencio después de ver arder el pueblo en llamas. Estaba cubierto de cenizas, igual que todos. Pero en él, las cenizas hacían difíciles de distinguir tatuaje de cicatriz. Tenia la mirada fijada hacia la profundidad de la niebla.
“Hilda” murmuró. Sus ojos se engrandecieron y volvió a gritar “Hilda!” Giré mi cara hacia donde miraba él. De la neblina, salían tambores. Y a poco se empezaba a ver un destello de luz naranja que provenía de la costa.
“Es humo!” gritó uno de las camaradas, mientras saltaba del barco, hacha en mano.
Tove saltó del barco y tras él, todos los demás. Sonó un crujido que retumbó en el aire. “Mastil!” exclamó Tove mientras señalaba hacia el mástil del barco.
Miré arriba mientras intentaba mantenerme a flote para ver como el mástil principal caía rápidamente sobre los que estábamos en el agua, atrapándonos entre velas y cuerdas. Algunos consiguiendo salir, otros precipitados rápidamente hacia el fondo.
Mientras tanto, el sonido del cuerno seguía resonando cada vez más fuerte con los tambores que sonaban como si viniesen de las profundidades de la montaña.
Dirigí mi mirada hacia la costa. Tove ya se había adelantado. El fuego consumía toda la aldea. Las voces eran de las familias que huían de los hombres a caballo. Era hipnótico. El humo no paraba de descender. No había visto nunca un fuego cuyo humo no se hiciera hacia el cielo.
Los gritos y chapoteos desesperados de la tripulación se mezclaban con el sonido de las chispas del fuego. Podía oírlo todo menos mi propio aliento jadeante.
La tripulación se apresuró a bajar del barco y correr hacia la costa. Mientras avanzábamos, el ruido era ensordecedor. Seguímos a Tove, a quien el humo le envolvía como un manto. Desapareciendo por momentos a nuestra vista.
Al llegar a la aldea en llamas, algunos guerreros que iban detrás, rompieron a llorar. Las casas estaban reducidas a cenizas y los restos humeantes eran testigos del caos que había reinado allí. Tove se arrodilló frente a una figura carbonizada y, mientras le abrazaba, se le escapaban las lagrimas, al susurrar el nombre "Hilda".
El sonido de los caballos se dispersaron. Los gritos también. Solo quedaba el sonido del fuego que lo consumía todo. La tripulación se dispersó por la aldea, buscando supervivientes.
Mientras nos adentrábamos en la aldea, no había señales de vida a nuestro alrededor. El humo empezó a disiparse subiendo hasta cubrir el cielo, dejándonos a la sombra. Solo quedaban ruinas y silencio.
Solo se escuchaban los llantos de Tove. Veníamos de la destrucción de Rork. De ver a nuestras familias arder. Conocimos a Tove ahi, mientras vendía ganado.
En nuestro de viaje aquí, todos estábamos en silencio por lo que perdimos. Tove estaba en silencio por lo que estaba por venir.
No se que es peor, si encontrarte con tu destino de sorpresa; o saber que estas al borde del precipicio y no puedes hacer mas que verlo venir.
Hay algo de esperar en la oscuridad de la absoluta impotencia, a que el destino te arrebate lo que mas quieres, que creo que hace sangrar el alma a cualquiera.
Creo que es así, como se forjan los fantasmas que rondan la tierra en agonía. Siguen esperando congelados en el tiempo, eternamente en esa agonía.
Torné la mirada hacia la cima de la montaña. Ahí, posado sobre su cima, Helios, el dragón del valle. Nos vigilaba como un perro mira una ardilla petrificada, esperando a que se mueva para darle caza de nuevo. Habíamos intentado salvar nuestras familias de su destino, pero él nos ha atrapado entre la montaña, el mar y sus ruinas. [...]